martes, 1 de noviembre de 2011

La lección de la mariposa

Un día una pequeña abertura apareció en un capullo. Un hombre se sentó y observó por varias horas cómo la mariposa se esforzaba para que su cuerpo pasase a través de aquel pequeño agujero, ella ya no lograba ningún progreso. Precia que había ido lo más lejos y no podía avanzar más. Entonces el hombre decidió ayudar a la mariposa, tomó una tijera  y cortó el resto del capullo. La mariposa salió fácilmente, pero su cuerpo estaba atrofiado, era pequeño y tenía las alas aplastadas.

El hombre continuó observándola porque el esperaba que en cualquier momento las alas se abrieran y se agitaran, para soportar el cuerpo, el que a su vez iría tomando forma.

¡Nada ocurrió! En realidad, la mariposa pasó el resto de su vida arrastrándose con un cuerpo deforme y las atrofiadas, nunca fue capaz de volar. Lo que el hombre en su gentileza y voluntad de ayudar, no comprendía que el capullo apretado y el esfuerzo necesario, para que la mariposa pasara a través de la pequeña abertura, era el modo por el cual Dios hacía que el fluido del cuerpo de la mariposa llegara a las alas de tal forma que ella estaría lista para volar una vez que estuviera libre del capullo.

Algunas veces el esfuerzo es justamente lo que precisamos en nuestra vida. Si Dios nos permitiera pasar a través de nuestras vidas sin obstáculos, él nos dejaría lisiados. No seríamos tan fuertes como podríamos haber sido y nunca podríamos volar.

"No recibí nada de lo que pedí... pero recibí todo lo que precisaba"

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