La Directora de Comunicación de nuestra Casa Nacional me pidió que escribiera sobre la Cruzada para el Boletín de Noticias de Fe y Alegría. Yo encantado. La llevo a flor de corazón. Hace ya 32 años que se llevó a cabo y todavía doy gracias a Dios en mi oración todos los días porque me concedió el gran privilegio de trabajar en la Cruzada.
Nicaragua jamás olvidará a los 60,000 jóvenes voluntarios que vivieron cinco meses en los campos y las montañas de Nicaragua para enseñar a leer y escribir a los campesinos y campesinas. Fueron el más alto símbolo de la entrega al servicio de los más pobres, símbolo de entusiasmo y mística, de completo olvido de sus intereses personales y también de valentía y coraje. Debemos recordar también a los 40.000 jóvenes y adultos que alfabetizaron en las ciudades y pueblos.
Como un símbolo de esas virtudes, les cuento que cuando los enemigos de la revolución pasaron de las amenazas a la acción, para que todos los Brigadistas de la Cruzada se regresaran a sus casas, entonces asesinaron a Martha Lorena Vargas, en Yalí, departamento de Jinotega. Ella alfabetizaba con una escuadra de 39 chavalas adolescentes de Managua. El disparo llevaba un mensaje: “Regresen a sus casa o los matamos a todos” Ellos habían comprendido que la Cruzada iba a ser algo muy bello, y no querían que la Revolución Sandinista tuviera ese éxito tan grande, por eso la querían destruir.